LA DESIGUALDAD ENTRE HUMANOS.
Los humanos durante nuestro desarrollo psicohistórico, hemos contribuido con un notable esfuerzo a mantener a la vez que establecer pautas organizacionales fundamentadas en la desigualdad entre nosotros mismos. Aunque pueda parecer paradójico, si contemplamos nuestra historia como especie colectiva, ésta siempre se ha caracterizado y ha estado marcada por la desigualdad. Disparidad que no solo es patente en la actualidad, sino que desde el surgimiento del homo sapiens resulto ser un rasgo característico y distintivo, tanto de nuestra personalidad colectiva como individual. Ya desde nuestros orígenes cooperamos en la desaparición de los neandertales. Nuestra propia estructura fue adquiriendo un claro y marcado rostro androcéntrico.
La historia humana ha sido narrada desde un punto de vista en el cual la cosmovisión del hombre ha sido la única existente y patente. Como si el hombre y su concepción del planeta fueran universal, única y absoluta, y la mujer y lo femenino como algo específico y por lo tanto extraño y atípico que se puede excluir o eliminar de dicha cosmovisión. La historia, la medicina, la tecnología, etc, han sido elaboradas desde la perspectiva del hombre. El cuerpo masculino se considera como el modelo universal o el patrón desde el cual todo lo relacionado con la humanidad ha de ser considerado y tenido en cuenta. La mujer es concebida como una especie de apéndice de ese cuerpo masculino y por lo tanto no es diferente al patrón universal y masculinizado existente.
Podemos decir que la representación que nos hacemos del mundo es el fruto de esa cosmovisión masculina. De modo que el planeta es descrito desde la perspectiva de los hombres. Lo sumamente interesante de todo ello, es que dicha perspectiva no responde ni obedece a procesos evolutivos y adaptativos de la especie humana. Más bien es una cosmovisión que satisface y comulga claramente con sistemas de valores y de creencias que sobredimensionan y por lo tanto interpretan el mundo desde el hombre exclusivamente. Basta con observar cualquier experiencia o área humana, sea la que sea, la medicina, la tecnología, las religiones, etc, solo son aplicables y contemplan al hombre. La mujer suele ser una excepcionalidad o una desviación. Con una mirada tan reduccionista y hombruna, la desigualdad entre humanos es una praxis segura y cierta. Media humanidad desconsidera y excluye tanto la perspectiva como la entidad de la mujer. No solo se la excluye, sino que se la fuerza y por lo tanto se la obliga a asumir la cosmovisión del hombre. Si o si, la mitad de la población del mundo es ninguneada al pretender que se ajuste al modelo masculino. Es la negación de las diferencias lo que marca y establece la desigualdad entre mujeres y hombres.
La imposición y al mismo tiempo la negación de una ideología patriarcal y machista ha conducido a una brecha de género que por el momento resulta insalvable. El androcentrismo no ha sido erradicado, más bien lo que ha logrado es un transformismo a través del cual seduce en la actualidad a los humanos, pero continua siendo androcentrismo y por lo tanto actúa para excluir a la mitad de la humanidad o que al menos esta mitad se conforme y adhiera a la cosmovisión androcentrica.
Si bien la desigualdad humana, responde tanto a una brecha de género como a una brecha de datos, dicha disparidad se sustenta en una clara y fuerte ideología patriarcal en la que los hombres ocultamos nuestra misoginia hacia lo femenino. Hemos construido un mundo que refleja los miedos inconscientes del hombre. Temores y terrores que quedan reflejados en una concepción del poder centrada en una cosmovisión masculina jerarquizada y que excluye todo aquello que resuene a hembra. Poder y dominio masculinos que se extiende y por lo tanto se generaliza a todas las dimensiones de la vida humana.
La desigualdad es una realidad que convive en la especie humana, que además ha sido materializada y ejecutada por los mismos humanos. Desde que el poder político y religioso se unieron, se confabularon contra el resto de la sociedad tribal para imponer, creencias y normas que favorecieran sus intereses. De hecho el progreso social y por lo tanto cultural, se ha caracterizado por la creación de una urdida red de intereses políticos-religiosos, que si bien mantenían unida y cohesionada a la tribu, sus máximos beneficiarios eran el líder religioso y el líder político pues conservaban una serie de privilegios con los que el resto de miembros no podían contar, exclusivos para de ellos.
La historia humana se ha caracterizado por ocultar y enmascarar los intereses particulares y personales de sus líderes, convirtiendo dichos dirigentes sus intereses personales en el interés general que supondrían y conllevarían el bienestar para todos. Cuando la realidad ha sido que el resto de humanos, hemos trabajado y servido a la élite. Las diversas etapas de la sociedad humana; desde el imperio egipcio y el romano, pasando por el feudalismo, el medievo, el renacimiento, la revolución industrial, etc, ha sido una ardua y tensa lucha entre señores y vasallos. Ya en la antigua Grecia, era hombre libre aquel que no trabajaba y tenía esclavos. Su única función era ser el cabeza de familia, debatir en el parlamento y que otros le hicieran todo, es decir trabajasen para él. Eran los únicos que se dedicaban a la vida pública (ágora).
Es la clase elitista y poderosa la que sutilmente va estructurando y organizando los sistemas humanos y sociales, hasta llegar a alcanzar y organizarse las ciudades-estados, obviamente por medio de la violencia, y hasta la actual globalización, que no deja de ser cruenta, injusta y violenta.
Todo proceso de complejidad humana, desde el tribal hasta la creación de los estados y la actual globalización del planeta, se han caracterizado por el empleo de la violencia en sus diversas formas y etapas para que la élite pudiera conservar y retener sus privilegios y por lo tanto preservar y aumentar su poder. Ha sido una constante lucha por mantener la desigualdad, e incluso de que ésta pudiese aumentar.
La avaricia, la codicia, el poder, etc, forman parte de la naturaleza humana. Tanto que ciertos grupos humanos, se han estructurado y organizando en torno a esas dimensiones humanas, de modo que han instaurado, idearios y sistemas políticos con los cuales han sometido y dominado al resto de conciudadanos. Desde las dictaduras, hasta los reformismos, pasando por el “capitalismo financiero”, la élite se ha enriquecido aún más, empobreciendo mucho más a los pobres. Pensemos si no en la crisis financiera del 2008, provocada por los bancos y cómo los gobiernos estatales acudieron a su rescate a costa de todos nosotros. Poco importaba que los responsables de dicha crisis fueran las entidades bancarias mundiales. Los gobiernos de los diversos estados, con sus medidas salvaron a los banqueros, los cuales quedaron y han permanecido impunes. Socorrieron a la élite por que se entiende que el mundo de los humanos implícitamente se encuentra integrado por dos bandos: los explotados y los explotadores; siendo evidente cual de los sistemas de valores y creencias es el que impera y por lo tanto predomina. El resto se reduce a la construcción de un argumento falaz y fútil y por lo tanto falso bajo el que se oculta la realidad de la desigualdad. El poder de la élite seduce a los pobres para que de ese modo, nos identifiquemos con el status quo ya establecido y por ellos definido y concretizado.
El 1% de la población del planeta tiene lo que el otro 99% de la población humana precisa y necesita. Un mundo humano distribuido de ese modo, ¿puede favorecer la igualdad?, o más bien al contrario favorecerla!. La historia de los hombres responde por sí misma. Si todos habitamos el planeta, ¿qué ha llevado a que el 1% concentre y globalice más del 87% de la riqueza de la tierra?. Resulta mas que evidente que esto no obedece ni responde a una naturaleza humana basada en la ecuanimidad, sino más bien a todo lo contrario a un tipo de rasgos humanos impulsados y motivados por la pasión del poder, dominio y control.
Religión y Estado se unieron, centralizando y aumentando su dominio sobre el pueblo (la masa). Crearon, organizaron y establecieron ciertas pautas, reglas y normas que les favorecieron en aras de sus intereses particulares y personales. Normalizaron sus ventajas y beneficios sobre los demás humanos. No dudaron en mentir y distorsionar, ofreciendo interpretaciones y valoraciones de la relaciones sociales ambiguas y ambivalentes. Relaciones de las cuales, ellos obtenían el máximo de privilegios y provecho. La mal llamada “cren de la cren”, han sido lo que son, uno usurpadores y vividores. Meros especuladores que han esquilmado al resto de los humanos.
Los gobiernos estatales legislan, pero dicha legislación continúa favoreciendo a la élite. Es clara la dinámica relacional imperante entre humanos: amos-esclavos con una bisagra estatal que favorece claramente a los amos. No solo se crean paraísos fiscales en donde guardar la acumulación de capital (robo y engaño), sino que ademas se construyen paraísos de la impunidad con los cuales los ricos, aplastan y anulan a los pobres, es decir al resto de los mortales. La tibieza de los gobernantes con los ricos, los ha convertido a éstos en unos depredadores natos sin alma que entienden que el mundo solo les pertenece a ellos y que por lo tanto a de ser gobernado con sus reglas.
Mas de un conflicto bélico y político ha sido creado y por lo tanto provocado por la élite que en su voraz acumulación, ha esquilmado tierras y grupos humanos con tal de controlar y dominar los recursos del planeta (oro, petroleo, gas, etc,). Todos los recursos de la tierra se encuentran bajo el control de ese 1% de humanos, que a su vez guardan en los paraísos fiscales todo el dinero especulado y amasado con sangre e indignidad.
No habrá igualdad en el mundo humano, mientras existan paraísos fiscales, el capitalismo financiero y los gobiernos condescendientes con el 1% de la población elitista y su organizada y estructurada burocracia, útil y necesaria para facilitarles el terreno y la estructuras de su expolio al resto de humanos con el consecuente muro protector a sus diversos paraísos a través de la impunidad.
Permaneceremos en esta desigualdad establecida por los hombres.
Cristino José Gómez Naranjo.
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