¿POR QUÉ SOMOS HUMANOS?
Es más que probable, que no exista una única y exclusíva respuesta, que además pueda contar con un caracter universal y absoluto. La verosimilitud de dicha respuesta, es que no sea factible, y ni tan siquiera que pueda ser posible, y que incluso tal vez ni exista, no cabe la menor duda de que los humanos somos seres complejos. Complejidad que resulta inabarcable e incomprensible para nuestra propia razón.
Diversidad humana, que consiste en disponer de un cuerpo en el cual reside nuestra alma o espíritu, y que por medio del latir e impulso del corazón, se activa a la vez que se establece y por lo tanto se fomenta en nosotros, las emociones y sentimientos, las cuales a su vez, aparecen y son percibidas e interpretadas en nuestros cerebros, a través de un proceso mental rico y complejo llamado mente. Mente que para su proceso evolutivo correcto, precisa a la vez que necesita de espacios y contextos en los que la interacción y la relación con otros humanos, resulte significativa y por lo tanto estimulante. Nuestra mente se encuentra ligada a nuestras emociones, tanto en lo positivo como en lo negativo. Resulta más que probable que antes de pensar y por lo tanto de emplear el razonamiento, nuestros cuerpos se vean afectados por los sentimientos. Resulta, más que probable que el sentir sea previo al pensar.
Al contar con una naturaleza humana tan específica y concreta, bien podríamos considerar que dicha mente, lo que procura y trata de elaborar sea un sentido y un significado sobre nuestras vidas, tanto en el ámbito personal, como en el colectivo. Ello, ha trasladado a la vez que ha elevado la capacidad humana, hacia el ambito de la creación y del establecimiento de descripciones por medio de nuestras narraciones e historias. Somos animales sociales, que contamos historias, y por medio de dichas historias, procuramos darle una coherencia a nuestras vidas. De modo que hemos creado y establecido un hilo conductor en la vida de los humanos por medio de las historias que nos contamos. Dicho hilo conductor lo conocemos por el nombre de anales y memorias. Sin historias y sin relatos, apenas se nos podría reconocer como humanos. En las narraciones ponemos el peso de nuestra especificidad como humanos que somos.
Sin historia, es posible que el homo sapiens hubiese sido diferente a lo que actualmente es. Sin historiografía narrada y posteriormente escrita, sería impensable el legado cultural que nuestros antepasados nos han dejado. Es más, sin esa cultura y su transmisión, quizás ni estaríamos por aquí. Somos humanos por la historia cultural y social que nos hemos transferidos de generaciones en generaciones. Conocida como civilización, el crisol de la especie humana permanece y continúa con nosotros. Dada nuestra inmadurez y dependencia en el instante de nuestro nacimiento, la cultura se organizó y se establecio de modo y forma en el que tanto nuestro cremiento corporal, así como el cognitivo fuesen de la mano y casi a la par. Tal vez seamos la única especie que desde que nacemos, crecemos y nos desarrollamos en los diversos planos que nos constituyen, el corporal, el mental y el emocional, casi al unísono, y sin ese progresivo desarrollo de los tres niveles apenas si podríamos ser sapiens.
Nuestra complejidad, reside en que somos y poseemos un cuerpo, el cual a su vez cuenta con toda una serie de necesidades básicas y elementales. Cuerpo, que a su vez desarrolla su propio lenguaje y sistema para describir y discriminar entre las diversas emociones y sentimientos, que el corazón como centro receptivo de los afectos codifica. Las tribus humanas, sin emociones serían impensables e inconcebibles. Las emociones forman parte de nuestro propio proceso evolutivo. Tanto ese cuerpo, como a su vez el corazón, se encuentran unidos y vinculados a nuestro cerebro, centro y organo regulador del ser humano. Nuestra complejidad, es que somos, cuerpo, emociones y mente, que nos desarrollamos en espacios culturales, regidos y controlados por procesos mentales sujetos a un fuerte contenido, ideológico y religioso. Sistemas de creencias y de valores de origen social, preñados por el credo y principios de los líderes tribales. Sistema de creencias y de valores, que tienden a permanecer encriptadas en nuestros cuerpos de modo irreconocible (marcas del cuerpo). Vias y medios que la cultura dominante nos impone y que nuestros cuerpos con organos registran de esa forma tan peculiar. Como si el inconsciente, se expresara en el cuerpo por medio de lo criptológico.
De algún modo podemos separarnos, o al menos tomar cierta distancia (reflexionar) para considerar o reconsiderar el contenido cultural que se nos ha legado. El neocórtex como la parte más compleja y reciente de nuestra evolución cerebral, facilita la labor de reflexión sobre el contenido del legado cultural trasmitido y heredado. Como materia gris que ayuda a generar nuestros pensamientos e ideas intelectuales, puede entenderse como el eslabón a la vez que el facilitador de la inmensa mayoría del bagaje cultural humano. Lo que conocemos como civilización y cultura. Si bien, se puede constatar que en nuestra estructura cerebral evolutiva, ha surgido un área reptiliana y un sistema límbico, estrechamente asociado y por lo tanto vinculado a las emociones y a los instintos, suele ser nuestra masa gris la gran endiosada y por lo tanto la más valorada de nuestro cerebro, tanto que nuestros conductas de índole refleja e instintivas, apenas si son tenidas en cuenta y por lo tanto consideradas.
Como si esa capacidad cognitiva racional, conocida como neocórtex lo fuera todo o casi todo dentro de nuestra estructura cerebral. Es tal su reconocimiento que tanto el ejercicio como el desarrollo de sus funciones, tiende a ser denominado y reconocido como funciones superiores. Desde que surgió el racionalismo cartesiano, parece que este rasgo caracteristico de los humanos, lo hemos convertido en una especie de panaecea universal, por medio de la cual la realidad y las dimensiones de los humanos, tienden a ser consideradas y por lo tanto contempladas a través del ojo de la razón. Es innegable la importancia y la necesidad del neocortex para nosotros los humanos, pues sin él, nuestro acopio y bagaje cultural, así como a su vez el legado de nuestros antepasados hubiese tenido serias dificultades para su conservación y transmisión hasta la actualidad. Es un hecho casi incuestionable que la evolución del neocortex nos caracteriza y singulariza como sapiens.
A su vez, es cuestionable que la cognición por si sola haya logrado alcanzar el nivel de sapiens que tanto nos caracteriza. Nuestra propia naturaleza evolutiva, fue tomando cuerpo en la deriva de vivir y de convivir en colectividades, manadas y tribus. Dentro de la tribu, podíamos sobrevivir, fuera de ella resultaba prácticamente imposible la existencia del sujeto. Es por lo que para que la convivencia resultase atractiva y agradable para cada miembro del clan, ésta tendría que despertar y desarrollar en cada miembro, aspectos nobles y duraderos que garantizaran la unidad y la permanencia en el clan. Y tales elementos claves y nucleares para la permanencia en el colectivo, se conocen con el nombre de emociones. Sentirse y sentir a otros (alteridad), es lo que hace significativo el grupo y la busqueda de pertenencia y por lo tanto de sentido y de significado dentro del marco social y relacional. Sin el apego seguro y su base emocional, el desarrollo como especie humana hubiera resultado extremadamente difícil. Es por lo que la razón con sus efectos cognitivos, tiene y debe estar atemperada por la base emocional que cohexiona y vincula a los humanos.
Paulatinamente, la unidad mente-cuerpo-emociones, fue acentuándose, hasta el extremo de considerar el cuerpo emocional como dependiente y por lo tanto dirigido, dominado y controlado por los procesos mentales. Dicho dualismo, tiende a sobredimensionarse en momentos históricos de la humanidad en los que el status quo establecido, se veía seriamente cuestionado por horizontes epistemológicos distintos a los establecidos. En los momentos e instantes en los que la humanidad requería un nuevo modelo y paradigma, tanto el racionalismo como el hiperracionalismo con toda su carga ideológica basada y centrada en la razón, entraban en acción jugando un papel decisívo para evitar un cambio de paradigma convivencial y relacional entre humanos.
Las ideologías como tal, son toda una serie o conjunto de ideas, que normalmente un grupo humano reducido y privilegiado, procura y trata de imponer a los demás por medio del arte y de la seducción de la sutil creación e invención de la mentira y de la falsedad, que acaban tomandose por ciertas y verdaderas. Es ahí donde reside la sutileza del uso y del empleo de la razón y del razonamiento. Tiende a ser un conjunto de ideas, que normalmente se interpretan y que por lo tanto se consideran como las únicas probables, y por lo tanto son contempladas como la única verdad posible que representan a la realidad. Las ideas sustituyen y suplen, tanto a la verdad como a la realidad. En esa dimensión interpretativa de los hechos y de las experiencias, tendemos a considerar y a creer que aquello que pensamos es la verdad única. De modo que hemos elaborados realidades sociales y por lo tanto humanas basadas en la idea de la polaridad, de modo que concebimos y dividimos el mundo entre, buenos y malos, ricos y pobres, dominantes y dominadores, amigos y enemigos, explotadores y explotados, etc. Hemos cosificado tanto las ideas y las ideologías, que tendemos a creer a la vez que considerar que existe un mundo independiente al margen de los humanos, al cual acudimos para crear y establecer un mundo sociocultural entre nosotros.
Aún sigue parmeneciendo en nosotros el pensamiento mágico y mítico a la vez que creacionista de que algo o alguien nos creo, y que ese alguien es ajeno y superior a nosotros. Por ejemplo, de ese modo sobrevive el platonismo, inventando y creando un mundo y una realidad llamada “el mundo de las ideas”, como una especie de tercero invisible que media entre los humanos y el ecosistema. Pero los indicios apunta en la dirección contraria, en la que cualquier subjetividad humana es producida y creada fundamentalmente por los propios hombres. Subjetividades que se crean, establecen y elaboran en base a interesés y deseos humanos. De modo que el creacionismo, es como la mano oculta que se estableció para implantar, crear y elaborar un mundo humano, basado y centrado en la desigualdad. Hemos elaborado una episteme humana con la cual poder ejercer y desarrollar toda nuestra capacidad para profesar el mal sobre otros humanos. Montados en la cabalgadura del ego, tendemos a ser despóticos con todo aquel que es diferente a nosotros. Las creencias, nos convierten en humanos intolerables que rechazamos y anatemizamos al otro distinto y diferente.
La humanidad que nos convierte en humanos, tiende a ser aquella que encarnada en nuestros cuerpos, nos hace y nos lleva a vibrar y por lo tanto a iluminar nuestros cuerpos por medio del impulso y del torrente vibratorio que brota en nuestros corazones, aquello a lo que llamamos sentimientos, impulsa y dinamiza, nuestro sentido de vida. Resulta más que evidente, que la vida en sí misma, es una pasión que tiene que ser sentida y vivida desde y con el impulso vital de las emociones y de los sentimientos. La vida no puede ser racionalizada. Se vive o no se vive. En todo caso, la razón como apoyo y sustento de esa vida, debería ser atemperada por las emociones. Sin pasión, la vida tiende a ser como un desierto, cuya belleza nos atrae, pero que finalmente acabaremos muriendo de sed en dicho desierto. Lo realmente apasionante de la vida humana, es poder desplegar todo el abanico de emociones y de sentimientos que nuestra esencialidad humana contiene.
Cristino José Gómez Naranjo.
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